jueves, 28 de junio de 2007

La reina Hatshepsut

No podía estar mejor protegida. La reina Hatshepsut descansaba en el tercer sótano del Museo Egipcio del Cairo. Su nombre significa "La primera entre las damas nobles" y fue nieta, hija y esposa de faraones.
A la muerte de su padre, el gran Tutmosis I, tuvo que soportar que su hermanastro y marido subiera al trono. Cuando murió él, volvió a abrir una crisis sucesoria pues ella también trajo al mundo una niña y otro hermanastro fue el único candidato factible. Pero esta vez, la gran esposa real obtuvo la regencia y preparó un golpe de estado que la hizo lo suficientemente fuerte como para auto proclamarse faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amón, asumiendo así todos los atributos masculinos de su cargo. Este curioso juego de intercambio de sexos que desconcertó a egiptólogos realzó su carácter divino. Recuerdo todavía en primero de BUP, el antiguo bachillerato, a mi profesora de historia, Celia, como nos hablaba de ella, y lo que me costó aprender a escribir su nombre. Embellezó Egipto y el templo funerario que mandó construir en Luxor es uno de los más visitados por los turistas.
Hatshepsut murió abandonada tras 22 años de reinado, tendría entre 40 y 50 años. Su sobrino-hijastro no le perdonó nunca que asumiera el trono, borró su nombre de los anales e hizo suyo el templo de Dehir el Bahari. Y aunque esta acción condenaba a la reina-faraón al olvido ha sobrevivido cautivandonos hasta hoy que ha sido identificada por fin su momia.
Se dice que es el hallazgo más importante desde la tumba de Tutankamón. Es curioso que ambas momias fueran descubiertas en 1903 por Howard Carter en el Valle de los Reyes.
Hace tiempo que se pensaba que esta momia, hallada junto a la de su nodriza, era Hatshepsut pero ha sido el profesor Yehya Zakariya quien ha comprobado cómo el molar hallado en un vaso funerario que llevaba el nombre de la reina-faraón encajaba a la perfección en el hueco que tenía la momia.Es increíble como seguimos descubriendo aun hoy la historia del pasado y como fascinan las historias de reyes de la antigüedad.

viernes, 15 de junio de 2007

Simular el inicio del Universo

Escuché en la radio el otro día que tras más de 15 años de trabajo, está a punto de finalizar un acelerador de partículas, el mayor jamás creado, que simulará el nacimiento del Universo. Me maravilla el hecho de que nuestra curiosidad, nuestro afán de conocer y saber nos lleve a saber comprender el mundo que nos rodea empezando por el Principio.
El CERN ("Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire") ha excavado un túnel a 100m de profundidad en el centro de la cordillera del Jura, en la frontera entre Francia y Suiza, en cuyo interior se ha construido un anillo metálico de nada menos que 27km, enfriado por unos imanes superconductores que mantienen la temperatura a 271 grados bajo cero. Cuanto esto esté finalizado, se lanzarán al vacio dentro del túnel protones en direcciones opuestas lográndose mediante campos electromagnéticos, prácticamente la velocidad de la luz. Cuando las múltiples colisiones de partículas tengan lugar dentro del anillo se estarán reproduciendo las condiciones que existieron justo después del Big Bang, el inicio del mundo. Esto tendrá lugar seguramente en los primeros meses del 2008. Jamás antes se habrá desencadenado esta cantidad de energía en un laboratorio. Se llevará a la práctica la respuesta a lo que la teoría ya ha respondido ¿cómo se formó el Universo y como ha llegado a convertirse en lo que es?
Siempre que estos temas surgen, me pregunto qué había pues antes del Big Bang? Nada? es algo que asusta, pero parece que así es. Dicen los físicos que la pregunta no tiene sentido porque en el inicio se crearon muchas dimensiones, incluyendo las cuatro que conocemos y con las que nos ubicamos: tras la Gran Explosión aparecieron tres dimensiones espaciales (longitud, altura y anchura) y una dimensión temporal (tiempo) que formaron un Universo espacio-temporal, de modo que no tiene sentido preguntarse qué había antes, puesto que el "antes" no existía.... ahí es nada.

martes, 5 de junio de 2007

Amar es mirar juntos en la misma dirección

Hoy en mi agenda, que es de ésas que tienen una cita para cada día, venía precisamente ésta: Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección. Me encanta y aún siendo algo "cursi" resulta a mi parecer de lo más acertada. Es la cita del aviador francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), como también lo es esta otra: El amor es lo único que crece cuando se reparte. Aunque precisamente el ver la cita, y pensar en cuánto tiene de cierto y qué pocas veces nos damos cuenta de ello, y ver de quién era, como un flash he recordado a uno de los cuentos modernos, diría yo más famosos, "Le Petit Prince" (El Principito). Antoine de Saint-Exupéry lo escribió mientras se hospedaba en un hotel de Nueva York. Imagino que prácticamente todo el mundo ha leído el cuento en el que al autor, que se imagina a sí mismo perdido en el desierto, se le aparece un pequeño príncipe de otro planeta. Un pequeño príncipe que vive en el asteroide B612,donde hay algunos volcanes, una rosa (que él cree única) y se dedica a quitar los árboles baobab pues como intentan echar raíces podrían, partir su planeta. El principito abandona el planeta un día para conocer el resto del universo y visita otros planetas, cada uno de los cuales se encuentra habitado por un adulto que, a su manera, demuestra lo estúpidos que la mayoría de las personas se vuelven al hacerse mayores. Recuerdo haberlo leída de niña, y haré lo posible por volverlo a leer y sentirlo de una forma distinta a como lo viví entonces, pues aun teniendo la apariencia de un libro infantil se tratan temas como la amistad, el amor, el sentido de la vida, etc recurriendo a la sabiduría sencilla de los niños, aquella que tantas personas pierden al crecer.
Recuerdo especialmente una de las ilustraciones (todas están hechas por Saint-Exupéry), cuando el principito le pide que dibuje un cordero y al no saber cómo, el narrador dibuja lo que sabe, una boa con el estomago hinchado, un dibujo que cualquiera siempre habría interpretado como un sombrero.
El principito en cambio interpreta el dibujo de inmediato aunque le parece que dentro hay un elefante, y tan sólo cuando el narrador dibuja una caja y le dice que dentro está el cordero lo acepta.
En fin, 60 años después de su publicación, sigue fascinandome la sencillez con la que se lee sobre temas tan trascendentales, y me maravilla como puede reflejarse en el cuento la inocencia con la que los niños interpretan el mundo.